miércoles, 2 de agosto de 2017

Voluntariado Guatemala. Martes 1 agosto

Nos levantamos con tiempo para estar a las 7:30 en el colegio de Futuro Vivo. Lo que más nos llama la atención es que en este proyecto no sólo se trabaja con los niños, sino que se implica a toda la familia para un mayor crecimiento. Después de desayunar, los alumnos de música nos dan un pequeño concierto de violines y flautas, mientras su profesor acompaña con el piano. Es muy emocionante. A continuación una demostracion de baile moderno. También nos enseñan las distintas instalaciones del colegio: el comedor (que ya conocíamos), las clases, el aula de computadoras, la clinica dental, y la chocolatería. Al terminar reúnen en el patio a los más pequeños y se organiza una "gymkana". Jugamos a explotar globos, tirar pelotas, romper huevos y llevar agua en una cuchara sin que se caiga. Los niños están entusiasmados y no paran de dar gritos y de correr de aquí para allá. Llega la hora de la comida, donde ayudamos a los más pequeños a usar los cubiertos. Luego comemos nosotros. Más tarde, Jaime nos cuenta un poco su testimonio, lo que significó para él dejarlo todo para estar aquí, y también el por qué una zona tan pobre como ésta necesita un proyecto así para impedir que los niños y los jóvenes caigan en el tema de las drogas, la violencia y de las maras en general. Después de una pequeña Eucaristía, nos reunimos con algunos de los laicos de la comunidad. Nos cuentan sus vivencias más personales, y junto con Jaime, coinciden en la necesidad de Futuro Vivo para las familias más pobres. "Aquí puede faltar tiempo, puede faltar dinero, pueden faltar un montón de cosas, pero lo que nunca faltan son ocasiones para darse a los demás" afirma Claudia, quien va en silla de ruedas a causa de una bala perdida. Hace diez años emprendió con la chocolatería, que a día de hoy es la mayor fuente de ingresos del colegio. Después cenamos y nos vamos a descansar.






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